lunes, 6 de julio de 2009

Un vaso de fuego

Tímidamente bebía la sangre de seres que se calientan a fuego lento, la sombra en ese precario momento estaba afiebrada en penas, el calor de la fogata avivaba las heridas de donde sangraba el fuego.
Noche de vehemencias y de cristales, lunas sedientas de pasión de viajes, extrañezas de un cuerpo que reposa tibio en espumas de algodón. Las llamas comienzan a ceder hacia la dermis y la epidermis. Al tiempo que se incineraba se dejo existir en un perverso pétalo de sal, los labios le ardían, la espina dorsal de un vagabundo traspasaba sus pensamientos, mientras la otra parte se alejaba del lugar.
Se alejo de la marcha del sol, el vacio parecía secuestrar , las curvas de su pelo ya no serían la cadena que la atan a una realidad, habían ardido con la fuerza de seres extraños de la oscuridad . De tanto arder el fuego vomito mariposas ; un par de alas para salir de algún cosmos se delegaban en la infinidad de la noche para ser luz. Furiosas las lagrimas de la sombra que se estaba extinguiendo con el alba.Voló atado a una cintura, volar con ovejas callejeras, vuelan sin sentido y en el aire te atrapa una burbuja de jabón.

1 comentario:

La oveja mecánica dijo...

¡Beber fuego amiga, vos sabes lo que es eso! A entibiar el alma se ha dicho