jueves, 21 de mayo de 2009

Ninguno

La almohada le asfixiaba las neuronas, las sabanas enredaron su pensamiento, su mente callo de la cama esta mañana. Ya no puede escribir más, le duele una palabra en el fondo, le hostiga el sueño sonámbulo que de madrugadas deambula con los demonios de los meses que habían pasado. Le duele el frio en las manos y en la punta de nariz, le duele la palabra con errores de ortografía que la historia había disfrazado, para no envejecer sola . Le duele un río que pasa por su habitación, todos los atardeceres cuando escucha las campanas de la misa matutina, que violenta el intervalo de su inhalación. Su exhalación sabe a un nombre, sabe a alguien, sabe a un paisaje y a una canción. En la oscuridad se llevaron otoños , lo sentía mientras una espina traspasaba su pie.

miércoles, 20 de mayo de 2009

La mendiga

....Esa fue la última vez que lo vio.
Tenía el pelo mal recogido, los rulos revueltos, y sus ojos traslucían esa sensación de insensibilidad, como si el polo sur atravesara su mirada.
Sus parches estaban mal remendados y su blusa tejida, mostraba las imperfecciones que había dejado con alguna intención.

Lo podía imaginar antes de que se acerque, la misma sonrisa de siempre, el mismo perfume, la misma mirada penetrante, la misma sensación de escalofrío por todo el cuerpo al verlo solo pasar.
…Solo pasar, si, el ya se había ido porque ella ya no lo veía con los mismos ojos, porque solo ella sabia la distancia tajante que los separaba.
Porque solo él había preferido decir la palabra mas bella para su saludo, que no hacia falta enunciarla nuevamente.

Sin bajar la vista paro un taxi miro por la ventana, y en el lugar que lo había imaginado fantaseó con verlo de nuevo.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Uno, dos, tres.

Empezar de nuevo, pero sigue igual.

El alma esta difusa esta vez sigue en los ojos de la anterior, rica en versos y ausente en palabras.
Alegorías de demonios que se estremecen sin cesar encerrados en un incontinente palabrerio del cual nada se puede esperar.

Uno, dos, tres. Uno, dos, tres. Uno, dos. tres.
En algún lugar que suelte el final se vuelve al comienzo.

Uno, dos, no quiero llegar. Si alguien dijo que el fin es el comienzo pues no quiero empezar de nuevo. Todavía mis flores no serenaron y me punza la piel.
Ese nombre te corresponde piel, por ser uno, por tener dos, y... no quiero decir lo otro se escapa, desearía volverlo infinito para que la cuenta no llegue al final.

Piel con heridas abiertas de destrucción, arrastrada tras el deseo de cobijo en un colchón.
Piel tersa, suave, que escondes bajo telas sedosas de la soledad que aun vigila con ojos ardientes.
Piel de diamante y de belleza fatal, que no quiere mirar.

Se sienten los murmullos dentro de la piel, esa sensación desatada como una manada salvaje que grita un nombre sin dejarlo escapar. De tanto gritar exhala su alma en sueños corteses para la serenidad.


Empieza sonando termina gritando:
¡uno, dos, tres!