martes, 2 de junio de 2009

De nuevo, la vi.

Como hace un tiempo, hoy volví a pensar todo de nuevo: ese reloj digital, la ventana de mi balcón, los viajes... y todo eso que nose si alguna vez quiero tener de nuevo.
No se si quiero el invierno como antes, o extraño tanto el dulce olor a los tilos.

El regreso de camino me congela las manos, me petrifica ante la necesidad de aprender a cruzar de una buena vez esta ciudad.
...La vi de nuevo, ahí estaba como todos lo días la Mendiga en el mismo lugar de siempre, vendiendo las flores que tanto contentan la gris estación; me pregunto si tendrá un jardín tan florido en su casa, si alguna vez había olvidado regarlas o cubrirlas del frío. (Con las heladas de estos días se debe hacer difícil cultivar una flor).
Fue así que el impulso del momento hizo que compre uno de sus capullos con mis últimos pesos de la semana.
Cuando me acerque me miró, me miro y pude ver a esa joven tras los ojos tristes, las marcas que le había dejado alguna pesada avenida; me detuve en cada detalle de su iris casi negro y trasparente a la vez, mientas ella se tomaba el tiempo para preparar la flor. Pensé si ciertamente no se estaba despidiendo de ella, por la forma suave y delicada de tratarla.
De vuelto me dio un billete todo arrugado que apretaba con fuerzas en el puño de su mano, el billete que ya no tenía tanta importancia era casi irreconocible por la cantidad de cinta.
Al tomar mi vuelto me aleje con prisa por que la noche estaba por alcanzarme y tenía frío y sueño.
¡Tenía frío y sueño!, ¡que ironía! como si alguien en la ciudad de las revoluciones no tuviera frío y sueños...

Foto: Lula galuche

1 comentario:

La oveja mecánica dijo...

Yo la veo todos los días.,
todos los espejos. veo


qué texto deambulante Como la mendiga. Me gustó ese final yo tengo frío,pero no sueño. No hay lugar parasueños en este nido.