domingo, 18 de julio de 2010

Pijamas épicos

El tiempo suena como un disparo que se extiende cruzando mi cabeza, otra vez tengo las manos traspiradas de frío y la garganta descubierta.
Parece que la mañana va a llegar, pero recién son las 3,   alguien me habla de un tiempo que todavía no pasa,  solamente soñar con el último día.
Sigue en mi cabeza la resonancia  de la detonación de hace meses, sigue siendo igual de constante, la almohada se volvió invisible en la oscuridad. Los resabios de la mañana quedaron tirados en el crepúsculo que golpea violentamente el fulminante del culote, provocando la inflamación del combustible impulsante y de nuevo el disparo.

1 comentario:

Gaby dijo...

Volvemos a los vinos de invierno para calentar el alma. Pequita querida.