Mis ojos cansados reposan en ese viaje, donde cada espacio tiene un nombre y cada esquina un recuerdo.
El callejón de las salidas no es nuestro camino, el coche gira en sentido contrario buscando la parada.
La marcha se hace lenta cuando las gotas de lluvia golpean el parabrisas y el semáforo no abre caminos. Mi percepción se rehúsa, pero el conductor espera.
Es sencillo continuar la línea blanca pero no todos llegan al otro lado, la señora de su casa habitúa hacerlo disfrutando lo simple, el ejecutivo ya no ve más allá, y la inocencia de un niño se quedo en ese lugar para esperar una moneda.
Los pasajeros permanecieron embotellados en el colectivo. Lo único que me sostiene es el espacio por donde salgo de esa dimensión y donde el viento no puede entrar a dejar sus promesas.
El transito se apura y mi parada se avecina.
En el pretexto de bajarme no soy la única, muchos transitan ese camino, una antesala para el encuentro o la despedida de algo mas que un lugar.
El timbre suena como la exusa perfecta para descender, allí me encuentra la promesa de volver al mismo lugar donde mi parte siempre espera.
4 comentarios:
es como soñe verte, en el mismo lugar de nuevo.
Muy bello ro!!
al fin pase, te escribo en este. pero me gustaron todos. un beso gorda
jajajaja eso seguro pasó una de las tantas veces que venías a casa :)
al fin llegué a tu blog nena, hermoso!
besoo
Que belleza.
Ojala yo me bajara asi del colectivo, todos los dias en hora pico.
Da gusto ver la vida desde ese cristal que nos mostras.
besos!
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